martes, 11 de agosto de 2009

DERECHOS HUMANOS EN YUCATÁN, CONTEXTUALIZACIÓN DEL ASUNTO


ADVERTENCIA PREVIA:
El presente blog no pretende equipararse a una investigación formal, sino ser un medio que pretende recopilar, ordenar y publicar una serie de destacadas opiniones, ideas, experiencias, leyes y proyectos de leyes, sugerencias, propias, así como de toda aquella persona que desee manifestarse a favor de los derechos humanos fundamentales de las personas con preferencia sexual diferente, sean hombres, mujeres, transgéneros o transexuales; con relación al controvertido tema de las uniones civiles de solidaridad, sociedades de convivencia y/o matrimonio entre personas del mismo sexo.


La presente inquietud tiene su origen en una reciente charla de sobremesa llevada a cabo con muy buenos amigos yucatecos: los mejores. Ellos plantearon en voz alta su inquietud y preocupación por el tema. Exaltaron la forma en la que el poder legislativo y ejecutivo atropelló los derechos humanos en Yucatán, con anuencia de la Iglesia Católica y los principales partidos políticos del Estado. Hicieron conjeturas. Yo les opiné que el asunto se constreñía a revisar la Constitución Federal y que la misma tenía ya resuelto el asunto. Los derechos humanos que establece son para todas las mexicanas y todos los mexicanos, sin distinción alguna; que tales derechos están garantizados en su texto mismo y se adquieren por el simple hecho de ser mexicanos. Que la igualdad, la no discriminación, la preferencia, la dignidad son temas superados. Que ninguna ley puede restringirlos a ninguna persona.


Cabe hacer la pertinente aclaración, que el titular de este blog sólo admitirá y hasta publicará y comentará aquellas opiniones, proyectos, sugerencias, notas periodísticas, etcétera, a favor de la creación y legislación de leyes que regulen las uniones entre individuos del mismo sexo a la luz de sus derechos humanos fundamentales en el Estado de Yucatán y en México, cualquiera que sea la denominación que se le pretenda dar a esa situación de hecho actual que se presenta en diversas partes del mundo como una inquietud latente y creciente; en la inteligencia que las críticas y opiniones en contra tienen y deben tener otros foros organizados en los que los interesados en tal sentido, pueden opinar, criticar y consultar, por lo que serán eliminadas de este blog.

INTRODUCCIÓN:
La historia evolutiva del ser humano -homo sapiens sapiens- data de aproximadamente treinta mil años. Lo que dio al ser humano moderno su supremacía sobre la faz de la tierra no fue su físico erecto ni la capacidad prensil de sus manos, sino su inteligencia capaz de transmitir a sus descendientes la información cultural y sus experiencias. De suyo, el homo sapiens sapiens no posee un abrigo natural en la piel que lo proteja del frío como el oso polar; tampoco cuenta con un color adecuado que lo proteja como al leopardo; mucho menos su cuerpo está especialmente creado para la huída ni la cacería; no cuenta con una armadura como la tortuga o la langosta; no cuenta con pico, oído, ni visión agudos; no tiene alas ni fuerza para enfrentarse a animales de mayor tamaño y fiereza. Tales desventajas de índole física, se ven compensadas con un órgano invaluable: el cerebro que es el centro o núcleo de un complejo y extenso sistema nervioso. Gracias a dicho equipamiento es que el ser humano puede adaptarse y dar varias y adecuadas respuestas a las condiciones exteriores que lo afectan positiva o negativamente.

El homo sapiens sapiens es un ser eminentemente social. De tal suerte ha transformado a la sociedad a lo largo de su existencia. Para tal fin tuvo que simplificar su modo de vida a un número reducido de congéneres que llamó familia; el conjunto de familias se reconoció como sociedad, por lo que hubo de crear también diversas leyes que le permitieran convivir en sociedad.

Pero la sociedad contemporánea ha sufrido innumerables transformaciones que resaltan de una manera singular a finales del siglo XX y que se han tornado en un mundo cada vez más complejo y en relaciones sociales muchas veces tensas entre las que el ser humano se ve obligado a tomar y fijar sus posiciones. Se da una transición entre costumbres, regímenes de gobierno, tiempos modernos y postmodernidad, que llevan al ser humano a una marcada preocupación por el logro de mejores condiciones de vida, de objetivos a corto plazo y la necesidad de planear una visión de futuro que le simplifique los procesos de comunicación y convivencia con sus congéneres.

De tal suerte realiza y crea constantes procesos que le ayudan a desarrollarse no sólo para adecuarse a las nuevas tendencias que la sociedad como tal impone, sino para establecer nuevas opciones de vida que contribuyan a su propio y pleno desarrollo en su relación consigo mismo, con la sociedad y con la naturaleza.

Así es que en el terreno de los hechos mundiales va adquiriendo importancia fundamental e internacional conceptos tales como la libertad, la tolerancia, la igualdad, el matrimonio, el aborto, la preferencia sexual, la discriminación, la homosexualidad, la violencia intrafamiliar, el abuso sexual, la dignidad, los derechos humanos, los derechos de los niños, la paz mundial. Así tenemos que la sociedad ha sufrido transformaciones, como es lógico, a lo largo de la historia y que se ha ido adecuando poco a poco a la mentalidad que impera en cada momento.

INTENTO DE CONTEXTUALIZACIÓN DEL TEMA:
DEL MATRIMONIO
: Es incontrovertible el hecho de que, en el mundo, no hay dos mujeres ni dos hombres absolutamente iguales, quizá ello sea el factor que da riqueza a la vida de todos nosotros. Es la afinidad entre dos de esas personas lo que los motiva a unirse para convivir. Esa comunión de individuos es lo que algunos llaman matrimonio, otros no lo llaman así o no creen que sea un matrimonio. Los hay, y muchos, que definen y sostienen que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, exclusivamente, con la finalidad “superior” de tener hijos para perpetuar la especie, según nos han argüido por siglos.

Pues bien, no siempre ha existido el matrimonio por amor ni siempre ha existido el divorcio. Tampoco los matrimonios se han llevado a cabo para tener hijos. El matrimonio no es natural e inmutable. Abrir el matrimonio a las personas del mismo sexo, lejos de destruir el matrimonio o a la familia o de socavar sus cimientos, como sostienen algunos, a mi juicio apoya y refuerza tanto al matrimonio como a la familia toda vez que los actualiza, los pone en consonancia con las nuevas necesidades y demandas de la sociedad. De hecho supondría una forma más de educar a los hijos, biológicos o no, con valores importantísimos como la tolerancia, la solidaridad, la libertad, el amor, el cariño, la ayuda mutua, la felicidad, la dignidad. Sostener lo contrario, como mayoritariamente sucede, será la petrificación y el anquilosamiento de la familia, lo que supondría con el tiempo su desaparición de facto precisamente por no ajustarse a la modernidad y a las necesidades del presente siglo XXI, por virulenta e intensa imposición de la Iglesia Católica y algunos otros canones religiosos.

Lo anterior genera un gran contraste en el presente siglo XXI. Hegel daba a entender que los hechos son contundentes, las interpretaciones no; hay personas que prefieren desgastarse en interpretaciones bizantinas de los hechos, cuando que lo más práctico y de sentido común es no soslayar los hechos y actuar conforme a ellos. El que esto escribe prefiere ajustarse a los hechos a fin de hacer una modesta aportación para aproximar a los interesados y a los expertos para que ajusten al Derecho Constitucional, al Derecho Civil y al Derecho de Familia a los hechos modernos.

No seamos ingenuos, la especie se ha perpetuado y se perpetuará de manera natural, con o sin matrimonio, con o sin religión, quizá desaparezca de manera natural, quizá no; pero estoy cierto que de ello no se encargarán los homosexuales, ni las lesbianas, ni los bisexuales, ni los transgéneros, ni los transexuales, ni los ateos, ni los opositores políticos. Por otro lado y para ironía de la vida misma, creo yo que desaparecerá primero el canon religioso significado en la religión católica, cuyas adeptos en el mundo son cada vez menos y por consecuencia es válido sostener que tiende a desaparecer. Y no nos rompamos la cabeza por hacer conjeturas de quién o quiénes la harán desaparecer. El alto clero, actuando como va actuando en los tiempos modernos, será el que acabará con ella; ellos mismos la harán arder: ¿entonces así brillará, o prefieren actuar en verdad con el corazón en la mano, con congruencia y considerando a todos seres humanos como iguales en derechos e hijos también de Dios, sin distinción alguna?

DEL MOMENTO HISTÓRICO: Los tiempos vaya que han cambiado, las sociedades indudablemente que han evolucionado, unas más rápido que otras. Es tiempo ya de dejarnos de ingenuidades y de ocupar tiempo valioso en cuestiones vetustas, atrasadas, que tan sólo polaricen a la sociedad y que sólo sirvan a unos cuantos para obtener posiciones políticas o para mantener su poder político o religioso.

Hoy en día se impone velar por los derechos humanos elementales. Por garantizarlos y hacerlos cumplir en las sociedades actuales, a nivel mundial, sin discriminación de ninguna especie y para todos por igual.

Habrá que garantizar el acceso a esos derechos a través de los marcos jurídicos adecuados, sin trampas, sin lagunas de las leyes, sin discriminaciones y principalmente apartados de los intereses creados de partidos políticos y de los religiosos.

Bajo esa tesitura conviene apuntar que si bien la familia es el núcleo social, es decir, la unidad más pequeña de convivencia social, también es un hecho que en ocasiones ha ido perdiendo terreno como un factor ideal de convivencia y socialización de sus miembros, en forma más marcada con los más pequeños de edad.

Los menores comparten su socialización y educación con otros medios de comunicación y educación, formales e informales. Los niños y los adultos tienen a lo largo de su vida trato e interacción con otros hombres y mujeres, diversos de los padres propios. Así tenemos una pluralidad de familias, mejor dicho, de modelos de familia. La familia es una institución social hoy día en cambio y evolución tal cual la sociedad también cambia y evoluciona. Es un hecho que hay familias con padres heterosexuales, pero también los hay con padres homosexuales o bisexuales, o monoparentales, o adoptivas con padres de tendencia heterosexual, homosexual o bisexual; o familias con padres transgéneros o transexuales. También familias con un padre biológico ausente o fallecido o con un padre o madre que ejerce la patria potestad sin filiación alguna. Es decir hay una multiplicidad de modelos de familia y que viven socialmente como matrimonio. Sin embargo y curiosamente, ninguna de esas familias o “matrimonios” se ha visto impugnada legalmente ante los tribunales competentes y lo que es de llamar poderosamente la atención es el hecho que menos han sido impugnadas esas familias pensando en los intereses de los hijos menores de edad; ni la Iglesia Católica ha hecho impugnación alguna y eso es ya decir. La familia aún siendo un agente socializador, también fracasa.

En el mundo existen ya ejemplos de leyes que han advertido ese fenómeno social mundial y han abierto la posibilidad de que dos personas del mismo sexo, tengan derecho al matrimonio y puedan contraerlo si así lo desean; incluso les han dado el derecho a la adopción de hijos. Dicho en otras palabras han dejado de discriminar en sus derechos a personas por razón de su preferencia social y las han hecho sujetos de los derechos humanos elementales.

DE LA HOMOSEXUALIDAD: entrar en estos momentos a una definición de homosexualidad quizá sea muy extenso y nos desvíe de nuestro asunto central; prefiero apuntar que la homosexualidad no es más que otra normalidad minoritaria, distinta a la mayoritaria. Hay que aceptar que ambas preferencias tienen una “relativa normalidad” y dejar de rasgarse las vestiduras y darse golpes de pecho. La homosexualidad es una condición, una orientación personal y sexual. En ningún manual de psicología ni de psiquiatría, ni por parte de ningún colegio profesional, en el mundo, aparece concebida ni etiquetada como una patología.

Aunado a lo anterior hay un hecho que contrasta notablemente con lo que sí es la homosexualidad; es un motivo de marginación y de discriminación, que acarrea una serie de dificultades por las que muchas personas homosexuales o bisexuales han pasado y tendrán que seguir pasando por su vida pues tienen constantes problemas, angustias, miedos, decepciones, desprestigios, discriminaciones, persecuciones y hasta consecuencias que las llevan a la muerte; y para asombro de muchos, muerte legal por disposición de ley como sucede en países del medio oriente en que es considerada y perseguida como un delito que merece cárcel y hasta pena de muerte. Aunque por creencias religiosas y sociales hay casos en los que también es considerada un desprestigio al honor de la familia, caso en el que también se da la expulsión familiar y hasta el homicidio tendiente a reivindicar el “honor familiar”.

La orientación sexual es un derecho. No obstante, la orientación sexual hacia personas del mismo sexo sigue siendo motivo de discriminación y presión social que consigo llevan una dificultad para poder expresar y socializar la orientación sexual. Es más, el tema causa en algunos una furia, enojo y exaltación que no se pueden entender en justa dimensión.

Las personas homosexuales y bisexuales están presentes en la sociedad, tanto individualmente como en parejas; las hay incluso que han contraído matrimonio civil y religioso, y que tienen hijos biológicos o adoptivos o producto de una unión libre. Viven en sociedad con una aparente normalidad y ocultando su real preferencia sexual. Pueden ser profesores, legisladores, sacerdotes, obreros, amas de casa, astronautas, intelectuales, etcétera. Estas son situaciones de hecho que son ya una realidad social.

DE LOS DERECHOS HUMANOS FUNDAMENTALES: han sido definidos tanto por doctrinarios mexicanos como de otras partes del mundo. El lector o lectora que quiera profundizar para conocer su historia y sus definiciones técnicas habrá de remitirse a los textos especializados en materia de Derecho y de derechos humanos, por cuanto su concepción axiológica ha sido motivo de divisiones entre juristas, filósofos, intelectuales y universalistas; pues además se contempla en cuatro órdenes destacados: moral, jurídico, político y religioso. Por lo pronto yo creo que debo referirme a ellos en términos coloquiales; lo intentaré.

Primeramente he de apuntar que los derechos humanos fundamentales por tradición se encuentran contemplados y descritos en la Constitución General de cada país, aunque hay alguna excepción. En el caso de México se contemplan primordialmente en lo que se denomina la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; se le conoce también como Constitución Federal, o bien como Ley Fundamental; también, en México, los derechos humanos se derivan de los convenios internacionales firmados en las Naciones Unidas.

Se trata de aquel conjunto de facultades y atributos de los hombres y las mujeres que tienen por finalidad proteger su dignidad y su condición de seres humanos, así como su igualdad entre sí, su libertad, su salud, su no discriminación, su familia, su diversidad, su credo, su patrimonio, sus propiedades, su nacionalidad y su paz, dentro de un contexto histórico, universal e indivisible, que deben ser garantizados por el Estado.

DE LA VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS: hemos de destacar que los Países se comprometen a través de uno o varios tratados internacionales a garantizar los derechos fundamentales de sus gobernados, pero también ese compromiso se eleva a rango constitucional o del pacto fundamental en cada Nación; sin embargo, es la violación de dichos derechos la que debe ocuparnos en este blog, la cual consiste en la conducta o el hecho actual e internacional atribuible al Estado a través de las acciones y omisiones de sus servidores públicos, funcionarios o bien sus legisladores o jueces en la protección de los derechos humanos. Hablar de lo que incumbe a los particulares que pueden transgredir tales derechos, así como particularizar y ejemplificar lo que corresponde al Estado o a un gobierno determinado, en este momento me parece vano porque nos desviará del tema central de este blog.

Un eje fundamental para la defensa y protección de los derechos humanos es la participación de la sociedad civil; aunque con frecuencia distintos sectores sociales, políticos, religiosos y académicos pretenden hacer creer que los defienden. La realidad es que en muchas ocasiones no actúan de buena fé, sino por intereses obscuros, para la obtención de beneficios económicos y hasta políticos. Por tanto, a todos los que formamos parte de la sociedad civil, nos incumbe su defensa y el hecho de solicitar que estén garantizados para todos los hombres y mujeres por igual, sin distinción de ninguna índole, así como nos corresponde la denuncia de su violación.

La sociedad está en constante cambio y en evolución; en ella es que los seres humanos podemos desarrollarnos e interactuar como personas civilizadas. En la misma hay una pluralidad de etnias, culturas, familias, comunidades, formas de gobierno, sistemas de derecho y sistemas de comunicación.

Lo anterior existe a la par de que desde hace décadas se han definido y determinado los derechos humanos de las personas. Así, los países organizados, dieron paso a la creación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aceptada y firmada en 1948 por varios países que expresaron su fe en los derechos fundamentales de los hombres, con respeto a su dignidad y condición de ser humano en igualdad de derechos tanto de hombres como de mujeres, para velar por el progreso social de sus comunidades, y elevar su nivel y calidad de vida en el sentido más amplio de libertad e igualdad de derechos.

DEL MATRIMONIO: No hay que perder de vista que el matrimonio no es una institución natural, sino una institución eminentemente social creada por el propio ser humano para su convivencia curricular, a fin de protegerse de sus congéneres enemigos y proteger de estos su propiedad privada y a sus miembros. Es decir, surge de la conveniencia tanto de organizarse en sociedad como de diferenciarse de otros grupos.

Pero sucede que ancestralmente el canon religioso ha definido y conceptualizado el matrimonio a modo de sus intereses y para extender su poder por el mundo, bajo el dogma de fé y de culpa que se preocupó y avocó a extender por el mundo. El matrimonio no es de ninguna religión y mucho menos de los católicos pues previamente existía en el pueblo babilónico, judío, hitita y romano; a más que nadie sabe a ciencia cierta cuándo y dónde surge.

Como quiera que sea y como bien apunta la maestra Cristina Cendoya, en resúmen: en el año de 1850 en Holanda y en el año 1852 en México, surge el matrimonio civil. Haciendo a un lado conceptos complejos y burdos, el matrimonio debe ser considerado la forma legal, para el Estado, de crear una familia previo cumplimiento a ciertos requisitos que el legislador denominó de “existencia” y de “validez”; los primeros tienen la finalidad del surgimiento de la unión de dos personas a la vida jurídica; los segundos, se refieren a su plenitud de efectos frente a los demás miembros de la sociedad. Los elementos de existencia son la voluntad, el objeto lícito y la validez. Esto significa en términos coloquiales que una pareja que tenga la libre y firme voluntad de unirse, puede celebrar su matrimonio siempre y cuando se ajuste a los requisitos solemnes que marca la ley tales como la edad, el consentimiento libre y espontáneo, que no haya parentesco, que no se produzca adulterio, etcétera.

DEL PLANTAMIENTO DEL PROBLEMA: Lo que en estos momentos nos interesa de la sociedad es los derechos humanos fundamentales. En este rubro hay que destacar que poco a poco se han ido equiparando los derechos humanos por casi todo el mundo. Dentro de esa equiparación de derechos surge el ámbito de la igualdad de derechos relacionados con el matrimonio y las posibilidades que esto conlleva.

Al efecto surge la inquietud y la interrogante, en algunos países, acerca si las parejas formadas por dos personas del mismo sexo tienen igual derecho a contraer matrimonio con las consecuencias y posibilidades inherentes al mismo. Surge también la interrogante si la pareja homosexual o la familia homoparental son aptas para la crianza de niños y su convivencia sana con los mismos, sin afectar su sano y normal desarrollo.

Pienso que la inquietud y el afán de reclamar tales derechos surge de que, en el mundo, existen varias uniones de hecho en las que al menos uno de sus miembros es homosexual o bien hijos cuyos padres son ambos, o alguno, o el único que tienen, homosexual o bisexual; relaciones que no han sido reconocidas legalmente no sólo por la falta de preceptos legales que las avalen y regulen, sino por criterios de carácter religioso que las critican y desaprueban invariablemente.

Así las cosas, surge una terrible cruzada entre la Iglesia Católica y las organizaciones no gubernamentales que se organizaron en varias partes del mundo para reclamar el derecho humano de los homosexuales y lesbianas a contraer matrimonio con una persona de su mismo sexo, con el propósito de elevar dicho derecho al rango de ley para todos sin distinción de preferencia sexual. Quizá en otra oportunidad trataremos en detalle esta revolución sexual.

En México, la inquietud también se dio y empezó a hacerse pública por ahí del año 2000. Años después Coahuila fue la primera entidad federativa mexicana en aprobar una ley que reconoce la unión entre personas del mismo sexo, que denominó pacto civil de solidaridad, aunque congruentemente con la idea de igualdad de derechos también puede ser utilizada por personas de distinto sexo. En la capital federal de México, o sea el Distrito Federal, se promulgó la Ley de Sociedades de Convivencia que es de similar tenor. Actualmente hay en otras entidades federativas proyectos de leyes similares, ya promulgadas y en proceso de promulgación.

En mi opinión tales leyes de convivencia ni permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni les reconocen derecho de adoptar hijos, tampoco contemplan los otros derechos inherentes al matrimonio tradicional, y mucho menos reconocen su igual derecho al matrimonio, es decir, sutilmente los excluyen de éste y el Estado mismo hace nugatorios tales derechos humanos no para beneficio de todos los demás mexicanos, sino principalmente para beneficio de los intereses de la Iglesia Católica y los intereses políticos de un determinado grupo de personas. Tampoco se combate en las referidas leyes de convivencia el problema de fondo significado en la homofobia y discriminación generalizadas en la sociedad mexicana. En suma, dichos pactos civiles de convivencia, como sea que se denominen o lleguen a denominar en la República Mexicana, no contemplan derechos y consecuencias iguales a los que otros mexicanos tienen para poder unirse en matrimonio civil. En pocas palabras sólo sirven para hacer pública la preferencia sexual de unos cuantos y quiero suponer para hacerse también una fiesta, reunión o brindis entre sus familiares y allegados, por simple y mera satisfacción personal (aquí imagine quien esto lea, un coro de ángeles que presencia con embeleso la fiesta).

Claro que son instrumentos que abren espacios a la diversidad y son el primer paso para reconocer de manera pública dichas relaciones para que sean parte de la integración del núcleo social. Pero lo inmediato anterior no basta, ni ha dejado de haber discriminación y desigualdad, ni la ley es para que todos la puedan ejercer sin distinción de preferencia sexual.

De tal forma, puedo sostener que los derechos humanos se mantienen prácticamente igual que antes de la existencia y promulgación de tales leyes: no se reconoce a nivel de ley la diversidad sexual, ni la diversidad familiar; los derechos humanos no son para todos los mexicanos, el derecho a contraer matrimonio civil, a la adopción, a la seguridad social, no es para todos los mexicanos, antes bien se discrimina y excluye de los mismos a las personas con orientación sexual diferente. De suyo, ya tenían derecho a asociarse, a heredar, a adoptar, muchos incluso a contraer matrimonio ocultando su verdadera preferencia sexual.

Veo que el asunto no es del ámbito teológico supuesto que no hay obligación legal del Estado Mexicano en velar por los intereses de la Iglesia Católica y mucho menos en coadyuvar con este u otro culto religioso para sus fines. México no es una teocracia, antes bien se precia a nivel internacional de ser una democracia. La Iglesia o cualquier otro culto religioso pueden definir, redefinir, apropiarse del término matrimonio, darle el carácter sagrado y las características que deseen, imponerlo u ofrecerlo a las personas que estimen lo pueden utilizar sin incumbencia de ninguna índole por parte del gobierno mexicano ni de los particulares. El asunto tampoco es del ámbito de más ciencia que la ciencia jurídica. Tampoco incumbe resolverlo a los psicólogos, ni a los psiquiatras, ni antropólogos, ni sociólogos. Lo deben resolver los expertos en derecho constitucional, en derecho civil y en derecho de familia. Desde luego es a los legisladores a quienes incumbe la labor de legislar los proyectos de ley y cuenta habida que muchos de ellos no son juristas, éticamente deben pedir opinión a los expertos que estimen conveniente para normar su criterio; pero nunca deben soslayar que su función legislativa debe apegarse a los lineamientos y principios constitucionales pues son meramente los mandatarios de su electorado a cuyos legítimos intereses se deben.

DE LA PROBLEMÁTICA ACTUAL EN EL ESTADO DE YUCATÁN: a Yucatán también llegó el interés por la cuestión de las uniones de convivencia entre personas del mismo sexo y también por su matrimonio de naturaleza civil. En el año 2008 un grupo de personas (Peniche, España, Ojeda y Pérez) hicieron circular entre la sociedad yucateca un boletín, comunicado o formato, que hablaba de la necesidad de crear y presentar una iniciativa de pacto civil de solidaridad, para que: “…en el Código Civil de Yucatán se incluyera varios artículos de forma que todas las personas puedan ver garantizado su derecho de convivencia, su seguridad personal, su seguridad económica y su vida afectiva… para que personas que no se quieren casar pero que deseen apoyarse solidariamente en la vida, que voluntariamente quieran comprometerse en una relación de convivencia y ayuda mutua…no se trata de establecer un nuevo modelo de matrimonio sino de respetar el derecho que toda persona tiene a elegir con quien quiere compartir sus bienes, sus días y sus sueños…”.

Aunado a lo anterior, algunas organizaciones no gubernamentales pro derechos humanos, alzaron su propia voz a favor del matrimonio civil entre personas del mismo sexo. De tal manera formularon un pobre proyecto de Ley para reformar la constitución yucateca y diversos artículos del Código Civil también de Yucatán. La exposición de motivos de dicho proyecto, para vergüenza de los juristas yucatecos y mexicanos, prácticamente empieza transcribiendo parte del discurso del Presidente del Gobierno Español José Luis Rodríguez Zapatero, que expusiera en su día ante el Congreso de su País, con motivo de la propuesta de reformar las leyes civiles de España para que personas del mismo sexo pudieran contraer matrimonio. Sin duda un discurso sentido, pero creo que sólo por y para los españoles. Que deshonra exponer como primer motivo para reformar la ley civil yucateca, los motivos de los españoles. Mejor dichas organizaciones no gubernamentales yucatecas, le hubieran encargado el proyecto en sí y la lucha social requerida a los propios españoles. En contraste los motivos que luego se expusieron en el comentado proyecto no sólo carecen de una apropiada técnica jurídica, sino de motivos convincentes que ayudaran a no dejar duda del interés superior de todos los hombres y mujeres yucatecos en respeto a su garantía de igualdad ante la ley y a su derecho a la no discriminación por razón de su preferencia; tal omisión patentizó el mero capricho de unos cuantos, que dicho proyecto de ley implica, por eso no convenció y no se aprobó. Es mejor ya no decir más.

Desde luego, como habrá de suponer a estas alturas quien esto lea, la Iglesia Católica no se quedó cruzada de brazos y como lo ha hecho en otras partes del mundo aprovechó perfectamente esa coyuntura de desunión entre los adeptos a las dos posturas hasta aquí expuestas. Unos dicen que llegó a acuerdos con el gobierno estatal y los principales partidos políticos. Otros dicen que a la guisa de tales hechos de la nada surgió una red de personas de aparentes tintes sociales autodenominada “Pro-Yucatán”, que aparentó tener el respaldo de la sociedad yucateca y representar sus intereses, y los hay que afirman que incluso fue creada por interés del propio gobierno, ambas situaciones son imposibles de acreditar para mí; sin embargo no me es imposible analizar los hechos que se sucedieron y criticarlos.

La red “Pro-Yucatán impulsó las ideas de su propio proyecto en cuanto a la familia, el matrimonio, la adopción y el aborto; y claro, se desaprobaron los dos proyectos de tendencia homosexual y el resultado legislativo si bien no le dio la razón del todo al clero, a fin de cuentas fue inconstitucional por discriminatorio y desastroso para la dignidad y los derechos humanos de todos los yucatecos, por igual.

La barbaridad no sólo estriba en la promulgación del decreto aludido pues finalmente es inconstitucional, sino estriba también en el desconocimiento del Derecho y la falta de voluntad política por garantizar los derechos humanos por parte de los legisladores de Yucatán, a la par del descarado afán de servir a los intereses eclesiásticos antes que a los intereses de los yucatecos que, por minoría que sean, no sólo son también mexicanos, sino que además han solicitado su legítimo derecho a la no discriminación, al respeto a su dignidad y su igualdad de derechos frente a la ley, perfectamente consagrados y explicados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que respeta su preferencia.

La barbarie no termina sólo ahí sino que al través de dos escritos vergonzosos, sumamente superficiales y elementales, las mismas organizaciones no gubernamentales yucatecas encabezadas por la asociación civil denominada “Buenas Intenciones”, han promovido la intervención tanto de la Comisión de Derechos Humanos de Yucatán, como de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a efecto de que ambas comisiones presenten ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación la acción de inconstitucionalidad del decreto promulgado por la señora Gobernadora del Estado de Yucatán.

Aquí primero debo aclarar que no digo que sea culpa o responsabilidad de Buenas Intenciones, A.C. el sentido y las carencias de dichos escritos, de hecho se han preocupado bastante por los derechos de sus afiliados, simplemente no están bien asesorados en materia de Derecho. Lo que yo digo es que no creo que las referidas comisiones de derechos humanos actúen en consecuencia, pues simplemente en la tesitura de tales escritos no se expone una adecuada y convincente motivación de la problemática real de violación de derechos humanos, no sólo con consideraciones jurídicas y constitucionales, sino científicas y comparadas con el derecho internacional. Es más, sus propios escritos son excluyentes y discriminatorios de los derechos de lesbianas, bisexuales, transgéneros, transexuales y lo que es peor aún, de los menores que tienen derecho a la felicidad y a una familia en la que se les obsequie día a día amor, cuidados, respeto, educación, así como a que se les instruya con valores tales como el patriotismo, la tolerancia, el respeto y la igualdad. Sólo se habla de los derechos de los homosexuales y según entiendo meramente se transcriben algunas tesis, quizá aisladas, quizá precedentes, quizá de jurisprudencia definida (no se expone nada al respecto). En suma, no se explica suficientemente por qué se han vulnerado los derechos humanos de los yucatecos, ni se explica la realidad de la composición de la familia actual que demanda una regulación también actual. Luego entonces yo afirmo: con esos defensores públicos y gratuitos de nuestros derechos humanos ¿quién quiere enemigos? . . . . CONTINUARÁ (como bien podrá suponerse, todavía queda mucho por escribir, investigar y opinar pues se trata de hacer legal lo que de hecho es real): A.R.

2 comentarios:

  1. Me resulta de lo más interesante la idea... Creo que una opinoon vale la pena cuando no solo critica sino que también propone.
    Tocar ese tema podría resultar fácil para algunos, pero si hacemos a un lado los chistes malos y la basura generada alrededor, nos toparemos con pocas opiniones serias y sobre todo informativas...
    Si ese es el objetivo bien hecho... informar y hacer conciente a la comunidad " de orientaciones diferentes a la aceptada como normal" (dispensa el termino)es una tarea ardua. así que suerte con ello...

    Tip... Hay que promocionar el blog (publicidad pa q lo cnozcan)... EL tema serio muy bueno... Y lejos de caer en el estereotipo (a mi punto personal un poco más de color o imagenes)

    Te felicito y que este sea un gran paso y pues a cargar con la responsabilidad... Salu2 Feyo

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  2. Pues yo apoyo totalmente el objetivo de este Blog!

    P.D. Viva la Diversidad!!!

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